miércoles, 22 de diciembre de 2010

¿Cambio estructural o personal?

Lo importante, en el caso del cambio, que por supuesto tiene que ver con el tiempo y la duración, es que éste responda a las perspectivas que el ser humano tiene sobre si mismo y sobre su cultura.

Se escucha hablar de los cambios que son necesarios de realizar en todos los ámbitos de la vida humana y de la sociedad. El tema del cambio, sin duda, no es nuevo en absoluto. Desde Parménides y Heráclito el tema del cambio (por decirlo de una manera simple) es una disputa sobre el Ser, que tiene que ver con la inmovilidad y permanencia del mismo o su permanente cambio y variación (nunca pasa dos veces la misma agua bajo el mismo puente) y antes de ellos, en todas las mitologías previas e historias de las culturas antiguas el concepto de cambio ha estado presente. El tiempo y el espacio, donde se radica el cambio y el sentido de la realidad para los seres humanos, nos plantean nuevos problemas que nos llevarían a una larga disquisición sobre la materia, que no podemos abordar en esta ocasión.

Nos interesa en esta ocasión, resaltar que el tema del cambio en nuestra época se plantea de manera disyuntiva, como la alternativa de radicarlo en las estructuras societales (sociales, económicas, culturales, comunicacionales, tecnológicas, políticas, etc) o en la interioridad de la persona humana, como núcleo esencial y motor del mismo. En otras palabras el cambio "verdadero", "el verdadero cambio", o se da en las estructuras macro sociales o sencillamente no es cambio, o se plantea desde la intimidad de la persona, desde su interioridad, o sencillamente no lo es. Disyuntiva que, a nuestro juicio es falsa, ya que ambas perspectivas (y nótese que hablamos de perspectivas, es decir de miradas y percepciones) son sólo eso: perspectivas que no tocan el trasfondo o base de sustento de realidad desde donde se produce el cambio.


Esa realidad a la cual nos referimos y tratamos de señalar, la podemos signar como el concepto o la idea de "la duración", algo que Henry Bergson, llamara en su francés materno "la durée", aquello que está más allá del tiempo cronológico y que le da sentido, es previo y le permite tener un sustento. El tiempo cronológico, es decir, el tiempo de lo humano, es una disección que los hombres realizan sobre la duración, para adecuarla a su propia existencia, limitada y finita.

Lo importante, en el caso del cambio, que por supuesto tiene que ver con el tiempo y la duración, es que éste responda a las perspectivas que el ser humano tiene sobre si mismo y sobre su cultura. Un tiempo personal puede ser corto o largo, percibido como una vida larga o corta, pero que en el contexto de la historia puede ser simplemente una fugaz iluminación de un continuo. Lo importante, por lo tanto, no es saber si el cambio deben ser estructural o personal, ya que en ambos casos se puede negar la mirada profunda del cambio, es decir, se puede negar la mirada sobre la duración, que es la que nos da el sentido más profundo de las cosas y la existencia, en la medida que nos contacta con el Ser, único y verdadero, que para los creyentes es Dios.

La mirada hacia la duración, hacia lo más profundo del tiempo, no es por lo tanto una mirada conceptual o de juicios sobre la realidad, sino una intuición esencial sobre la permanencia y el cambio que de manera permanente se dan en las esferas del Ser y de las existencias humanas.

Por eso el trabajo educativo debe apuntar de manera indistinta hacia esas dos esferas que se dan, aparentemente, como realidades en conflicto. Lo estructural, es decir la explicación de los grandes movimientos de la historia y de la vida humana, de la naturaleza, de las ideas y los números, con sus partes componentes y actores involucrados, es tan importante como descubrir y recorrer las pasajes y caminos de la propia interioridad que el alumno puede realizar sobre su propio ser, en búsqueda o desarrollo de su propia identidad.

Nunca lo personal puede estar más cerca de lo estructural y viceversa, si ponemos a la duración como el sustrato único del Ser que los sustenta. Un cambio en las estructuras produce cambios en las personas y un cambio en una persona tiene consecuencias en la modificación de las estructuras, aunque ellos no puedan medirse en términos cuantitativos. De ahí que dedicar nuestro tiempo para ayudar a las personas a producir sus propios cambios es producir cambios societales mayores, aunque sea con un paso más lento y con menos espectacularidad. Habrán otros, y sin duda estarán entre aquellos que más gustan del poder, que estarán dispuestos a trabajar más arduamente por producir de inmediato las modificaciones estructurales que se requieren, pero que sólo tendrán un verdadero impacto cuando ellas se sustenten en el cambio de las personas que las habitan.

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